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La industria de la construcción mueve una gran cantidad de recursos, emplea a millones de personas y es un termómetro de la situación económica de los países. Si la economía va mal, la construcción se contrae, y viceversa. Compañías mineras, contratistas, fabricantes de materiales, arquitectos, ingenieros, gobiernos, bienes raíces, y muchos otros actores participan directa e indirectamente en este medio. Sin embargo, se considera que esta es una de las industrias más atrasadas y resistentes a los cambios y nuevas tecnologías, replicando procesos ineficientes y aportando con altas tasas de desperdicio. Un estudio realizado por McKinsey & Company mostró que, a diferencia de otras industrias, la productividad de la industria se ha mantenido estable en los últimos años, a pesar de todo el aporte tecnológico que se ha producido.
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No es casualidad que nuevas empresas tecnológicas presenten interés en la industria, atraídas por los altos números y las diversas fragilidades que es posible resolver. De hecho, el término "Construtech" o "Buildtech" se acuñó para crear nuevas aplicaciones y herramientas que buscan mejorar la manera en que las empresas diseñan, planifican y ejecutan proyectos, buscando eliminar muchos de los problemas que han afectado a la industria durante décadas. Con la popularización de los drones, la impresión 3D, las máquinas de corte láser, y la Realidad Aumentada y Virtual, la tendencia es que la tecnología se incorpore aún más a la arquitectura y a nuestro trabajo cotidiano, aportando innovación y eficiencia. El resultado es una mayor claridad en la toma de decisiones, una gestión de recursos más inteligente y un control de la fuerza laboral más preciso.
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Existen aplicaciones que facilitan el seguimiento y la notificación de incidentes relacionados con la seguridad en terreno, mientras otros permiten a los gerentes distribuir alertas y consejos de seguridad a toda la fuerza laboral. Otros se centran en cuestiones relacionadas con la gestión de inventario o el seguimiento de materias primas. Las innovaciones pueden comenzar en la etapa de levantamientos, incorporando drones que permiten alcanzar posiciones previamente imposibles, aumentando así la precisión de los documentos y planos base. Con la adopción masiva de BIM, es posible la colaboración digital y remota, integrando a todos los diseñadores y proyectistas en un mismo entorno virtual y evidenciando los 'cuellos de botella' de cada proyecto. La fabricación de piezas mecanizadas fuera de la obra también se puede decidir a través de unos pocos clicks.
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Ya en terreno, la Realidad Aumentada y Virtual permiten guiar la construcción de piezas complejas, mostrando capas invisibles o ayudando a predecir situaciones de riesgo para el trabajador y la construcción misma. Robots también pueden reemplazar a los constructores para trabajar en espacios hostiles, con un mayor grado de precisión y seguridad. En relación a esto último, Balfor Beatty predice que "los sitios de construcción en 2050 ya no tendrán más seres humanos".
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Es importante tener en cuenta que cada proyecto es, después de todo, un depósito gigantesco de datos. Todas las relaciones, decisiones y éxitos pueden ser una fuente de aprendizaje para la próxima obra. Saber interpretar estos datos y comprender dónde intervenir es la función principal del "Buildtech". Posiblemente, la tarea de los humanos será supervisar y administrar de forma remota varios proyectos a la vez, asegurando que avancen según lo especificado. Con un mayor aporte de la tecnología a la industria de la construcción, es posible aumentar la eficiencia y reducir los costos de producción. Y aunque el proceso todavía sigue siendo rudimentario en gran parte del mundo, es natural que las obras se vuelvan cada vez más industrializadas, secas y rápidas. En los próximos años, sin duda, veremos que se hablará mucho sobre este tema.
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